Quizás la realidad no sea lo que vemos con nuestros ojos. Pribram llevó esta idea a los ámbitos de la percepción humana. Sugirió que el propio cerebro actuaba como una especie de lente. Una lente que traía el potencial borroso de un universo holográfico a la vista, sonido, color y todos los otros "inputs" sensoriales que hacen que lo "externo" se vuelva "interno". El universo de "ahí fuera" es igual que la imagen en una placa fotográfica holográfica: un remolino de contornos borrosos. Sólo cuando las lentes del cerebro, actuando a modo de luz láser sobre una placa fotográfica, producen la imagen tridimensional, viene a la existencia el universo.
Como nos ocurre cuando vemos la televisión o el cine. Un conjunto de ondas llega a nuestro receptor y cientos de miles de fotones golpean la pantalla. No vemos ese espectáculo cuántico, vemos imágenes que nuestro cerebro interpreta. Ni siquiera vemos los fotogramas estáticos, unoa uno y los espacios blancos entre ellos. Vemos una realidad ficticia, una interpretación hecha por nuestro cerebro. Con todo nuestro entorno pasa lo mismo. No vemos el universo tal y como es; vemos una interpretación del cerebro, totalmente irreal.
Bilocaciones
marzo 10, 2009"La polémica está servida. El artículo publicado por la prestigiosa revista ‘Nature’ en septiembre de 2002 bajo el título ‘Neuropsychology: Stimulating illusory own-body perceptions’ plantea que las conocidas ‘experiencias extracorpóreas’ (EEC) -denominadas también ‘proyecciones astrales’- son alucinaciones producidas por cierta anomalía registrada en una zona del cerebro llamada gyrus angular, un área localizada entre los lóbulos temporal, parietal y occipital. ".
Dicho trabajo, firmado por los neurólogos Olaf Blanke, Stephanie Ortigue, Theodor Landis y Margitta Seeck, viene a echar por tierra la creencia de que el ‘alma’, o tal vez la consciencia, puede salir del cuerpo para viajar a regiones ignotas del tiempo y del espacio. El mundillo de la Parapsicología ya ha reaccionado para aclarar que tal conclusión está exenta de pruebas científicas suficientemente avaladas. Y la verdad es que la única evidencia en la que se apoya el equipo de neurólogos suizos son las extrañas sensaciones experimentadas por una paciente epiléptica de 43 años tras ser sometida por el Dr. Blanke a una estimulación eléctrica en una región concreta de la corteza cerebral relacionada con la información visual y la cognición espacial. Esta persona manifestó que se sintió flotar por encima de su cuerpo. “Me vi en la cama, desde arriba”, manifestó la paciente al Dr. Blanke. En tres ocasiones, el médico provocó artificialmente esa extraña sensación extracorporal en la mujer, que afirmó haberse sentido flotar a unos dos metros por encima de la cama, cerca del techo. Aún con todo, el propio Dr. Blanke reconoció que “no entendemos completamente el mecanismo neurológico que causa las EECs”, si bien descarta a priori cualquier naturaleza paranormal. La paciente, que venía sufriendo ataques epilépticos desde hacía 11 años, tuvo otras extrañas sensaciones somáticas cuando fue sometida a varios estímulos eléctricos focales, y siempre dependiendo de la intensidad del estímulo y de su posición corporal. Informó que sentía “hundirse en la cama” o “caer desde lo alto”. A su vez, las sensaciones venían acompañadas de un sentimiento instantáneo de “luminosidad”. Cuando se le dijo que observara sus piernas, asustada manifestó que menguaban de tamaño y que se desplazaban hacia su rostro. El mismo acortamiento percibió en sus brazos. “Estas observaciones indican que las EECs y las ilusiones sensoriales somáticas pueden ser inducidas artificialmente mediante el estímulo eléctrico de la corteza. La asociación de estos fenómenos y su selectividad anatómica sugiere que ambos tengan un origen común”, señalaba el Dr. Blanke en la revista ‘Nature’, además de alentar a otros colegas científicos y neurólogos a proseguir con la investigación de su casual hallazgo.
Los escritores T. Dreiser y J. C. Powys realizaron experiencias de visitas extracorporeas
(en esta imagen se observa a Dreiser mirando un busto de Powys)
¿Queda, pues, aclarado el misterio de las EEC con este caso aislado y más tratándose de un paciente epiléptico? ¿Explica los miles de relatos de ‘desdoblamiento astral’ recogidos a lo largo de la historia y protagonizados por individuos sin antecedentes psiquiátricos? ¿Y dónde dejaríamos los datos que suministran muchas de esas personas sobre hechos y lugares localizados a kilómetros de distancia de donde se hallan físicamente?...
CARACTERISTICAS DE LA EEC
Las ‘experiencias extracorpóreas’ o ‘ecsomáticas’ -denominadas en el mundo anglosajón ‘Out-of-the-Body Experiences’ (OOBE)- podrían definirse como una clase de “experiencias en las que los afectados tienen la sensación de encontrarse fuera de su cuerpo físico, observándose, por decirlo así, desde el exterior; se trata de una experiencia que se da en situaciones excepcionales (accidente, operación), en sueños, pero también en situaciones aparentemente normales, sin una evidente causa de tipo excepcional” (Diccionario de Parapsicología, Werner F. Bonin).
En antiguas culturas, como la egipcia, la griega y la india, ya se hablaba de los viajes del alma al mundo astral o ultraterrenal. No obstante, la moderna Parapsicología se muestra reticente a la hora de emplear el término ‘viaje astral’, concepto esotérico que se sustenta más bien en la creencia de la transmigración de las almas. Pero sí tiene claro que algo, una parte inmaterial del individuo -alguna forma del yo-, se desdobla del cuerpo físico durante estas experiencias y adquiere individualidad propia. Vivencias protagonizadas por médiums, paragnostas, chamanes, místicos, etc. Pero también por gente común como Vd. o como yo. Y es que, según las encuestas, quince de cada cien personas han protagonizado una EEC. Aunque el sondeo que llevó a cabo el sociólogo Hornell Hart en 1952 alcanzó un porcentaje mucho mayor. Encuestó a 155 alumnos de la Universidad de Duke, y un 30 por ciento contestó afirmativamente a la pregunta ‘¿Ha visto alguna vez su cuerpo físico desde una perspectiva totalmente exterior a él, como estando junto a la cama y viéndose acostado en ella, o flotando en el aire cerca de su cuerpo?’.
Elías A.F. tiene 36 años y trabaja de administrativo en una empresa privada de Huelva. Hace veinte años tuvo una curiosa experiencia extracorporal. Así me la narra durante la entrevista que mantuvimos recientemente: “Yo tendría unos 16 ó 17 años cuando cayó en mis manos una revista sobre temas parapsicológicos donde hablaban de los viajes astrales. Se describía paso a paso una técnica para conseguir el desdoblamiento astral estando tendido en la cama. Durante varias noches intenté hacerlo, pero no tuve suerte, ya que me quedaba dormido. Una de esas noches regresé tarde a casa, agotado de andar pues estuve de excursión todo el día, y me dije que sería el último intento. Fui siguiendo los pasos, totalmente concentrado, aunque con los ojos abiertos. De pronto, sentí una especie de chasquido en mi cabeza y un fuerte hormigueo en los pies. Me puse nervioso. De inmediato, noté como si me hundiera en la cama, pero al instante sentí elevarme hacia arriba. Me di cuenta de que lentamente me iba acercando al techo. Más bien, no sentí que subía, sino que mi habitación descendía. Pude apreciarlo con claridad, fijándome en lo que me rodeaba, ya que la luz de la calle entraba por la ventana. Cuando estaba a una altura de unos dos metros, me asusté muchísimo y sentí como caía rápidamente hacia la cama. Mi corazón latió a mil por hora. Jamás volví a intentarlo. Aquello me demostró que estas experiencias son ciertas. No sé qué habría conseguido ver o experimentar si hubiera controlado la situación”.
Lo protagonizado por este hombre durante su juventud es la etapa inicial de las ‘experiencias extracorpóreas’. Algo que han vivenciado, voluntaria o involuntariamente, miles de personas. Muchas de ellas, aquellas que sí han conseguido controlar la situación, han logrado alejarse de sus cuerpos yacentes y peregrinar a lugares insospechados, presenciando escenas y escenarios que luego han podido confirmarse. Aquí la Parapsicología hablaría de fenomenología ESP. Y es que, en tales circunstancias, amén de agudizarse las percepciones ordinarias, suelen activarse ciertas facultades parapsicológicas. Mario Capel Domenech, psicólogo que en su día presidió la Comisión Experimental de ‘Experiencias Extracorporales y Exteriorización de la Consciencia’, dentro de la Sociedad Española de Parapsicología (SEDP), señala que “también esta casuística preocupa al parapsicólogo, pues en su contexto se suelen dar algunos fenómenos paranormales -psicocinesis y, sobre todo, clarividencia o ESP- que ulteriormente pudieron ser verificados. A veces, el manifestante que declara haber experimentado una exteriorización, inserta también una evidencia de la misma, declarando haber observado alguna circunstancia o acontecimiento que posteriormente es objeto de comprobación y ratificación”.
Estas personas hablan de una especie de ‘cordón’ que úne el ‘cuerpo etérico’ con el cuerpo físico. Sylvan J. Muldoon, que llegó a dominar a voluntad sus salidas extracorpóreas convirtiéndose con el tiempo en uno de los máximos especialistas del tema -siendo coautor junto con el investigador Hereward Carrington de la obra ‘The Projection of the Astral Body’, publicada en 1929-, contaba así una de sus experiencias astrales:
“...Me quedé atónito al sentir que estaba flotando en el aire, rígido y horizontal, distante unos pocos pies de mi cama... Al darme la vuelta, cosa que hice por un impulso inconsciente, me vi tumbado en el lecho, estático y sin movimiento. Me sentí unido al cuerpo físico que yacía en la cama, a algo más de un metro de distancia de donde yo me hallaba, por una especie de cordón elástico... Entonces advertí que el cable que me unía a mi cuerpo yerto comenzaba a ejercer una fuerte e irresistible presión sobre mí, obligándome a retroceder. Ocurrió el proceso inverso al de la salida, hasta que me sentí de nuevo en mi cuerpo...”
Entre las personas que han tenido ‘proyecciones astrales’, nos encontramos testimonios sorprendentes. No solo hay individuos que han ‘viajado’ a kilómetros de distancia, sino incluso fuera de la Tierra. El propio psicólogo suizo Carl G. Jung, describe en su interesante obra autobiográfica ‘Recuerdos, Sueños, Pensamientos’ una increible experiencia extracorpórea que protagonizó en 1944 tras una grave enfermedad: “Me pareció como si me encontrase allá arriba en el espacio. Lejos de mí veía la esfera de la Tierra sumergida en una luz azul intensa. Veía el mar azul profundo y los continentes. Bajo mis pies, a lo lejos, estaba Ceilán y ante mí estaba el subcontinente de la India. Mi campo de visión no abarcaba toda la Tierra, sin embargo, su forma esférica era claramente visible, y sus contornos brillaban plateados a través de la maravillosa luz azul (...) Posteriormente me informé a qué altura debía encontrarme para poder alcanzar una visión de tal extensión. ¡Aproximadamente a unos 1.500 kilómetros! La contemplación de la Tierra desde tal altura es lo más grandioso y lo más fascinante que he experimentado”.
Entre los ‘excursionistas astrales’, abundan los casos de gente que visitan otros planetas, dimensiones paralelas o niveles de existencia. Las barreras espacio-temporales parecen resquebrajarse estando en ese estado de consciencia tan especial. En ocasiones, el protagonista establece contacto con presuntas ‘inteligencias extrahumanas’. De hecho, dentro de la actual casuística OVNI, tan impregnada de elementos paranormales, las ‘experiencias extracorpóreas’ son muy frecuentes. Incluso ciertos ‘encuentros cercanos’ y ‘abducciones’ guardan un estrecho paralelismo con lo que sería una ‘proyección astral’. Sin duda, lo objetivo se entremezcla con lo subjetivo, y lo real con lo imaginario, en experiencias de esta naturaleza, que parecen desarrollarse en una zona crepuscular... Es el caso de lo vivido por Soledad Vélez, una ama de casa onubense de 49 años. Mediante una de las muchas técnicas de meditación, y teniendo de fondo una relajante música, consiguió en una ocasión desdoblarse astralmente. De pronto, ante su ‘doble etérico’ apareció un escenario que parecía extraido de una película de ciencia-ficción. “Sentí salirme de mi cuerpo muy suavemente, pero de pronto parecia que penetré en un torbellino a enorme velocidad. Estaba rodeada de niebla. Poco a poco, la niebla se fue disipando y ante mi sorpresa ví una especie de ciudad, muy transitada, cuyas viviendas eran todas de cristal en forma de semiesfera. Ví a seres muy altos, ataviados con largas y brillantes túnicas. Apenas podía percibir sus rasgos faciales. Solo ví que no tenían cabellos. Pero no eran humanos. La mayoría de ellos entraban en una especie de templo, también semicircular, de un gran tamaño y con enormes columnas. Nadie se percataba de mi presencia. Después de varios minutos, la niebla volvió a cubrir todo y me sentí arrastrada hacia atrás. Nuevamente me encontré en mi habitación, tendida sobre la cama. Fue una experiencia inolvidable...”
INVESTIGACIONES EN LABORATORIO
El Dr. Charles T. Tart, profesor de Psicología en la Universidad de California, emprendió a mediados de los sesenta diversas pruebas con el ingeniero electrónico Robert Monroe, un individuo capaz de proyectarse fuera de su cuerpo a voluntad. Tras algunos intentos fallidos -debido a que no conseguía relajarse suficientemente al principio-, Monroe consiguió a partir del octavo ensayo salirse de su cuerpo bajo estrictas condiciones de control y observar lo que ocurría en otras habitaciones contiguas a la que él se encontraba. Si bien no hubo resultados concluyentes (no fue posible probar si realmente se trataba de viajes extracorpóreos o fenómenos de clarividencia), los experimentos permitieron atraer la atención de otros científicos. Monroe fundaría años después el conocido ‘Instituto Monroe de Ciencias Aplicadas’, que sigue plenamente activo en nuestros días.
La ‘American Society for Psychical Research’ (ASPR) tomó el relevo de tal exploración a principios de los setenta. El Dr. Karlis Osis, director de investigaciones de esta prestigiosa sociedad parapsicológica, se encargaría de examinar las capacidades extracorpóreas del pintor neoyorquino Ingo Swann, que venía manifestándolas desde muy pequeño. En las pruebas, el dotado era conectado a un polígrafo mediante numerosos electrodos, para dejar constancia de las posibles alteraciones en sus ritmos cerebrales, cardíacos y respiratorios. Sobre una plataforma suspendida del techo, a tres metros del suelo, se colocaban diversos objetos y dibujos. Swann, sentado justo debajo, intentaba visualizar las imágenes de esos elementos. Y los experimentos arrojaron resultados más que satisfactorios, ante el asombro de los parapsicólogos, que pudieron diferenciar las visiones obtenidas mediante EEC de las que pudieran deberse a la simple ESP. De hecho, según Swann, su consciencia era capaz de proyectarse fuera de su cuerpo físico y ascender hasta lograr identificar lo que había en la plataforma. Los aparatos evidenciaron que sus funciones fisiológicas se mantuvieron en un nivel normal, pero sí se registró una mayor actividad en las ondas cerebrales de la región occipital del cerebro, donde se localiza la función visual.
Similares experimentos fueron realizados también durante esa época en la ‘Psychical Research Foundation’ con un tal Stuart Blue Harary. Aunque en este caso, el sujeto tenía que percibir cosas e incluso personas situadas en otro edificio colindante. En determinadas pruebas -la mayoría con excelentes resultados- algunos detectores humanos afirmaron haber sentido una presencia cercana, coincidiendo con los momentos en que Harary se encontraba proyectado fuera de su cuerpo. También reaccionaron de forma anómala algunos animales, como gatos y serpientes, ante la supuesta presencia extracorpórea de Harary. En opinión del desaparecido parapsicólogo Scott Rogo, “la investigación realizada con Harary es probablemente la más precisa con que contamos hasta el momento en apoyo a la teoría de que durante las EEC algo abandona efectivamente el cuerpo”. Aunque pruebas igual de complejas se llevaron a cabo con el psíquico Alex Tanous, que tenía que percibir imágenes proyectadas aleatoriamente por una cámara en una habitación situada en el extremo opuesto del edificio. Además, el lugar se había equipado con sensores para captar la más mínima vibración. Las pruebas arrojaron resultado positivo en un 60%. Y en esos casos, curiosamente, los sensores registraron cierta actividad...
Todas estas investigaciones atrajeron el interés de los físicos Harold Puthoff y Russell Targ, del Stanford Research Institute (SRI) de California. A partir de 1974, llevaron a cabo en sus laboratorios estudios experimentales con los psíquicos Ingo Swann y Patrick H. Price. Los investigadores se centraron en determinar si realmente ambos ‘psiconautas’ podían obtener información procedente de lugares remotos. Así comenzó a investigarse la llamada ‘visión remota’ -conocida también como ‘clarividencia viajera’-, una facultad perceptiva a caballo entre las EEC y la ESP. Lo realmente significativo fue que parte de esas investigaciones estuvieron financiadas por la CIA, interesada desde muchos años atrás por la utilización de las facultades PSI en programas de espionaje psíquico y de control mental. En las pruebas del SRI, se seleccionaron diversas coordenadas geográficas, algunas situadas a cuatro mil kilómetros de distancia. Y los sujetos, ‘viajaban’ mentalmente hasta el lugar elegido informando de todo lo que percibían a su alrededor. Las descripciones eran en muchas ocasiones asombrosas. Los elevados aciertos, muy por encima de lo que habría que atribuir al azar, dieron un gran respaldo a la existencia de la ‘proyección extracorpórea’. En sus conclusiones, ambos físicos declararon que: “Hemos presentado pruebas de que existe un canal de información biológica, cuyas características parecen no coincidir con las de ninguna modalidad conocida de comunicación. La naturaleza de este canal o canales no ha sido aún definida (...) Cabe en lo posible que esta facultad de percepción se halle ampliamente difundida entre la población. Sin embargo, dado que la percepción tiene lugar por debajo del nivel de conciencia, queda reprimida o pasa inadvertida...”
¿ES LA CONSCIENCIA LA QUE SE EXTERIORIZA?
Los estudios realizados en las últimas tres décadas por la Psicología Transpersonal (disciplina centrada en aquellas experiencias que sobrepasan el nivel personal y alcanzan el nivel de lo trascendente), parecen demostrar que la consciencia es capaz de disociarse y funcionar independientemente del cerebro. Las investigaciones realizadas en torno a los estados modificados de conciencia, los éxtasis místicos, los trances chamánicos, los efectos psicodélicos del LSD, la hipnosis profunda, etc. indican claramente que la consciencia puede expandirse de su envoltorio material y mantener su propia autonomía. Incluso trascender nuestra concepción habitual de la realidad y ‘viajar’ a otros niveles dimensionales -a los llamados dominios transpersonales-. Uno de los pioneros de la Psicología Transpersonal, el Dr. Stanislav Grof, en su obra ‘La Mente Holotrópica’, concluye que: “Estoy plenamente convencido de que la consciencia es algo más que un mero subproducto accidental de los procesos neurofisiológicos y bioquímicos que tienen lugar en el cerebro humano. En mi opinión, la consciencia y el psiquismo humano son expresiones y reflejos de una inteligencia cósmica que impregna la totalidad del universo y la existencia entera. No sólo somos animales altamente evolucionados que disponemos de computadores biológicos alojados en el interior del cráneo sino que también somos campos de conciencia ilimitados que trascendemos el tiempo, el espacio, la materia y la causalidad lineal”.
Las personas que, por alguna circunstancia, han vivido una experiencia cumbre o transpersonal, sienten que su consciencia abandona su habitáculo cerebral, sumergiéndose en otras regiones suprafísicas. Durante esas experiencias transpersonales, la consciencia sintoniza con otras mentes, tiene visiones arquetípicas, y a veces -siempre según esos testimonios- parece fundirse con la Totalidad o con la Mente Universal, incluso con el Vacio Supracósmico. Son sucesos inefables, más allá de lo comprensible. Pero para quienes los viven, son absolutamente reales e intensísimos.
De esta forma tan gráfica, describe sus experiencias místicas el dominico alemán del siglo XIV Johann Tauler:
“...El espíritu es transportado por encima de todas las potencias, en una especie de soledad inmensa de la que nadie puede hablar como es debido. Son las tinieblas luminosas donde se esconde el Bien sin límites. Te sientes prendido y absorbido por algo simple, divino, ilimitado, de tal modo que parece que no puedes diferenciarte de ello. En esta unidad se borra la sensación de lo múltiple. Después, al volver en ti, hallas un conocimiento distinto de las cosas, más luminoso y más perfecto (...) Llamo a este estado de oscuridad indecible y, sin embargo, es la verdadera luz de la esencia divina. Puede llamársele también soledad inmensa e incomprensible porque en ella no encuentras senda, ni puente, ni modo de ser particular: está por encima de todo esto (...) Esta oscuridad es una luz a la cual ninguna inteligencia creada puede llegar por su naturaleza (...) Es también una soledad porque nadie puede abordarla (...) Te hundes por momentos y desapareces en las grandes profundidades de Dios”.
En síntesis, y como señala el psicólogo e hipnólogo Joaquín Grau, “para la Psicología Transpersonal la conciencia no es -como nos siguen explicando- un producto del cerebro humano, algo, por tanto, que se encuentra dentro de nuestro cráneo y que es fruto de nuestra vida individual. Para la Psicología Transpersonal la conciencia es algo que existe fuera de nosotros, algo independiente de nuestras vidas personales y que no se encuentra ligado a la materia; algo, en definitiva, ajeno a nuestros sentidos físicos, aunque se halle, no obstante, mediatizada por ellos en nuestra percepción cotidiana de la vida”.
Otros postulados vanguardistas, como la ‘Teoría del Cerebro Holográfico’, enunciada por el físico teórico David Bohm, también viene en apoyo de la idea de que la consciencia puede traspasar los límites del cerebro -yendo más allá de la percepción sensorial normal-, y expandirse a otros ‘planos dimensionales’, donde quedan suspendidas nuestras coordenadas espacio-temporales. Las propiedades holográficas de la consciencia permitirían que ésta no estuviese sujeta a las leyes de la física newtoniana. Según este nuevo paradigma, el cerebro es un holograma que percibe y participa en un universo holográfico. “Si el cerebro funcionase como un holograma, tendría acceso a un todo mayor, a un campo o ‘esfera de frecuencia holística’ que trascendería los límites espaciales y temporales”, aventura el bioquímico Ken Wilber.
¿PRUEBAS DE LA SUPERVIVENCIA POST-MORTEM?
En la documentada obra ‘Explaining the Unexplained’, sus autores, los psicólogos Hans J. Eysenck y Carl Sargent, se preguntan: “Si la mente puede abandonar el cuerpo de esta forma, ¿sería posible entonces que lo abandonara permanentemente y mantuviera su integridad y coherencia después de la muerte del cuerpo? Esta posibilidad se agudiza de forma muy especial con cierta variante de EEC, la experiencia cercana a la muerte o ECM”. La verdad es que los datos que proporcionan aquellas personas que, tras estar en el umbral de la muerte, aseguran haber protagonizado una ‘Experiencia Cercana a la Muerte’ (ECM), son en su mayoría coincidentes. Se tratan de experiencias muy vívidas, para nada aterradoras, en las que el sujeto observa todo lo que ocurre alrededor de su cuerpo moribundo, desde fuera de él, como si fuese un espectador ajeno. Hasta ese momento, estamos ante una experiencia extracorpórea común. Pero a partir de ahí, se desarrollan una serie de visiones ante el sujeto, acompañadas siempre de sensaciones placenteras y hasta beatíficas. Percibe lo que podíamos entender como una especie de túnel oscuro, que lo atraviesa flotando lentamente, para toparse casi al final del mismo con una brillante y envolvente luz que irradia una paz incomparable con nada. En un momento dado, los acontecimientos de su vida pasan ante él a modo de una película. Cae entonces en la cuenta de los errores cometidos y se replantea muchas cosas sobre su papel en este mundo. Ante él, aparecen familiares o amigos difuntos, además de una figura luminosa -que a veces es identificada con Jesucristo- que le comunica que aún no ha llegado su hora y debe, por tanto, regresar al mundo de los vivos. Aunque se resiste a volver, de nuevo se reincorpora a su propio cuerpo, muy a su pesar...
Desde que en los años setenta los psiquiatras Raymond A. Moody y Elizabeth Kübler-Ross popularizaran con sus respectivas obras este tipo de historias -aunque ya habían sido investigadas científicamente mucho antes por el Dr. Karlis Osis-, comenzaron a salir a la luz miles de relatos semejantes procedentes de todo el mundo, protagonizados por personas de distinta condición social, cultural y religiosa. Sólo en EEUU, y de acuerdo a una encuesta realizada en 1982 por el Instituto Gallup, ocho millones de personas han tenido una ECM.
Según el parapsicólogo Carlos S. Alvarado, “tradicionalmente, la EEC se ha considerado de importancia teórica debido a sus implicaciones acerca de la cuestión de la supervivencia después de la muerte. La aparente separación de mente y cuerpo durante la EEC se ha interpretado como una evidencia acerca de la cual ambos aspectos del ser humano son entidades independientes una de la otra, y que la mente (o la conciencia humana) puede existir sin el cuerpo. De hecho, la muerte ha sido considerada por algunos como una EEC permanente”. Pero ¿prueban las ECMs la existencia de un ‘más allá’ al que irían las almas desencarnadas?... Hemos de reconocer que estas experiencias extraordinarias no lo pueden demostrar científicamente, a pesar de las evidencias circunstanciales acumuladas. Sus protagonistas han estado en la frontera de la muerte, pero no han llegado a traspasarla. “Si lo que se pretende es establecer una prueba de una posible existencia después de la muerte, parece que este tipo de experiencias no aporta base suficiente para cimentar una convicción tan crucial”, puntualiza el psicólogo Mario Capel. En principio, son testimonios muy fiables y reveladores, que nos indican que al borde de la muerte pueden suceder ciertos fenómenos extraordinarios, como son las EEC. Sí que pueden también hacernos considerar la existencia de otras ‘realidades transpersonales’, accesibles a través de un ‘estado modificado de conciencia’, como el que se puede tener durante la agonía de la muerte. Aunque todos estos indicios suponen para muchos estudiosos la posibilidad de la supervivencia post-mortem. “El progreso de la parapsicología, las investigaciones sobre la conciencia y las experiencias cercanas a la muerte y la aparición de ‘nuevos paradigmas’ en los dominios de la física y de la biología han evidenciado los errores de la visión materialista y han insuflado un nuevo vigor a la hipótesis de que la conciencia humana no termina con la muerte”, sugiere Gary Doore, especialista en filosofía y religiones comparadas.
Aún así, para quienes hemos tenido la oportunidad de entrevistar a personas que han vivido una ECM, lo verdaderamente interesante de estas experiencias límites -y que invalidaría su posible origen alucinatorio-, es su gran efecto transformador. Son experiencias que tienen un tremendo impacto en la vida de sus protagonistas. El Dr. Moody, en su libro ‘Más allá la luz’, expone una serie de cambios personales que experimentan quienes pasan por una ECM: pierden el miedo a la muerte; sienten la importancia del amor; perciben que están conectados con todas las cosas; valoran el aprendizaje y el conocimiento; sienten una nueva responsabilidad; potencian más su espiritualidad, etc. Además, en muchos casos, suelen desarrollar determinadas facultades parapsicológicas o vivir nuevas experiencias anómalas. Una joven que sufrió un terrible accidente automovilístico, y que protagonizó una ECM, contaría más tarde que: “Ahora concibo el mundo y mi lugar en él de un modo muy distinto. Creo que la definición de mi ser va más allá de los límites de un cuerpo físico situado en un espacio de tiempo limitado. Sé que formo parte de una red mayor, sin barreras y creativa, que podría calificarse de divina”.
De todas formas, si hay algo que aporta veracidad a los testimonios sobre ECMs es el hecho de que el sujeto describe con precisión todo lo que ha visto no solo alrededor de su cuerpo, sino a metros de distancia de él. Incluso oye conversaciones que luego son verificadas. Si el individuo se encuentra clínicamente muerto o en coma, ajeno completamente al mundo exterior, no se explica que a través de ciertas alucinaciones provocadas por la falta de oxígeno en el cerebro (anoxia) o de un estado disociativo producido por el estrés -como sugieren los que niegan el carácter paranormal de tales experiencias- pueda aportar detalles precisos sobre cosas, personas y conversaciones (es curioso como describen detalladamente todo el proceso de reanimación al que les sometieron los médicos para devolverles a la vida).Y aún mucho menos, que pueda experimentar ese efecto transformador que hacen cambiar positivamente a la persona. Únicamente podemos explicar ambas cosas admitiendo que la consciencia logra en realidad exteriorizarse del cuerpo. El psicólogo Kenneth Ring, presidente de la ‘Asociación Internacional de Estudios sobre la Proximidad a la Muerte’ (IANDS), en su obra ‘El Proyecto Omega’ , nos dice que: “En la literatura de las ECMs se menciona frecuentemente el hecho de que, en lo que concierne al testigo, la realidad de los acontecimientos experimentados está más allá de toda duda (...) En ninguna parte es más evidente este sentido de hiperrealidad de las ECMs como en la fase en la que el testigo se encuentra a sí mismo fuera de su cuerpo y de cierta manera es capaz de mirarlo desde una perspectiva externa. Aquí la agudeza subjetiva de la percepción visual no sólo es tan asombrosa como inexplicable, sino que en una serie de casos ha resultado ser verídica (es decir, exacta), demostrando con ello que ciertamente no se trata de una mera alucinación”.
SIN EXPLICACION RACIONAL
Las conclusiones precipitadas y sin contrastar presentadas por el neurólogo Olaf Blanke y sus colaboradores respecto a las EEC, demuestran por enésima vez los errores desmedidos en los que suele caer la ortodoxia científica y médica a la hora de tratar los fenómenos parapsicológicos. Sobre todo, cuando sus representantes jamás se molestan en investigar a fondo el origen y la naturaleza de tales hechos, aunque sí se atreven a pontificar despectivamente sobre algo que desconocen. Muchos de ellos parten de la base de que todas estas experiencias anómalas son fraudulentas o productos de alucinaciones psíquicas. Refiriéndose precisamente a este tipo de casos, el parapsicólogo Leo Talamonti denuncia que “si la credulidad puede causar muchos daños, la descalificación fácil y preconcebida de los testimonios, como es practicada habitualmente por los escépticos que sostienen prejuicios, produce otros daños mayores por cuanto tiende a destruir en embrión toda posibilidad de reconstruir la verdad”.
En el caso de las EEC, no es la primera vez que se intenta reducir a meras alucinaciones. A principios del siglo XX, el psiquiatra Paul Sollier ya consideró que tales fenómenos se deben a ‘alucinaciones autoscópicas’, que producen la sensación en el sujeto de encontrarse fuera de su cuerpo y poder contemplarlo como si fuese otra persona. Sin embargo, hay investigadores que, dejando a un lado los prejuicios, se adentran con seriedad en el campo de las EEC, tratando de recabar toda la información posible. Es lo que hizo el psiquiatra Fowler Jones hace veinte años. Tras estudiar muchísimos relatos referentes a este singular fenómeno, llegó a considerar que no se trata de sueños ni de alucinaciones: “Todo cuanto podemos decir en este momento es que las personas que tienen esas experiencias las sienten como algo muy real. Las describen en diversas formas, pero el común denominador es que la mente, la parte de la personalidad que corresponde al ‘Yo’, la parte que piensa y siente, ya no se encuentra situada dentro del cuerpo físico sino depositada en algún otro lugar del ambiente. Es como si tuvieran un centro de conciencia móvil, situado a unos pocos metros, o a varios kilómetros, del cuerpo físico”.
Por su parte, el doctor Michael B. Sabom, cardiólogo y profesor de medicina, escéptico en un principio frente a estos casos, decidió estudiar los testimonios de algunos de sus pacientes que habían protagonizado ECMs. Después de varios años examinando casos, terminó convencido de la realidad de la proyección extracorpórea. En su obra ‘Recollections of Death’, escrita hace veinte años, afirma: “Si el cerebro humano está realmente compuesto por dos elementos fundamentales -la ‘mente’ y el ‘cerebro’-, ¿podría la crisis que se experimenta cerca de la muerte desencadenar de alguna manera, en muchos individuos, un distanciamiento transitorio entre la mente y el cerebro? (...) Mis propias creencias acerca de esta cuestión se inclinan en ese sentido. Se trata de que, simplemente, la hipótesis de la experiencia fuera del cuerpo es lo que mejor se ajusta a los datos disponibles”.
Ya no es momento de seguir discutiendo sobre si las proyecciones extracorpóreas existen o no. Su realidad parece que está fuera de toda duda. Es por eso, por lo que los especialistas en el tema se dedican actualmente a perfeccionar las técnicas para conseguir el desdoblamiento astral, empleando incluso medios tecnológicos. Y asimismo, averiguar las aplicaciones y beneficios que pueden obtenerse de su práctica, que como bien se sabe, está al alcance de cualquier persona. En eso se centra precisamente la labor del ‘Instituto Internacional de Proyecciología y Concienciología’, fundado en Brasil en el año 1988 (ver anexo 1). Su Directora de Relaciones Públicas, Nanci Trivellato, asegura que: “La maestría de nuestros procesos bioenergéticos es la llave para la proyección astral consciente (...) El estudio de la proyección y la bioenergía está creciendo a un paso consistente. Cualquiera puede aprender a tener proyecciones conscientes y aumentar las frecuencias de éstas, así como a dominar sus bioenergías”.
Creemos que tras estudiarse en profundidad la amplia casuística existente sobre las experiencias extracorpóreas, queda bastante claro que la consciencia puede exteriorizarse y funcionar separadamente del cerebro. Sin embargo, aún nos queda por saber algo fundamental: ¿qué es la consciencia?. Hasta el momento, los neurocientíficos siguen incapaces de responder a esta cuestión...
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- Muchos parapsicólogos han defendido la idea de que los fenómenos paranormales son producidos por un tipo de energía de naturaleza electromagnética emitida por la mente humana o bioenergía, bautizada con el nombre de “telergia” (tele=lejos; ergo=acción) por F.W.H. Myers (1843-1901). Pero todos los intentos de constatar la existencia de la telergia han sido en vano, como los llevados a cabo hace 30 años por el parapsicólogo Eugene Dolgoff, quien reconoció que no existe transferencia de energía psíquica. Se suma a esta conclusión el parapsicólogo Stanley Krippner: “La extraña capacidad de la percepción extrasensorial y de la psicocinesis para trascender los límites ordinarios del tiempo y del espacio crea problemas a quienes defienden modelos explicatorios basados en la energía”. Y es cierto. Sabemos de sobra que la energía disminuye en función de la distancia (lo que no ocurre con la telepatía, por ejemplo). Además, se han realizado pruebas parapsicológicas aislando las ondas electromagnéticas mediante la “cámara de Faraday”sin que los resultados fuesen negativos.
- El pintor neoyorquino Ingo Swann, considerado uno de los más grandes paragnostas de las últimas décadas -quien llegó a colaborar como “espía psíquico” en proyectos secretos del Gobierno de EE.UU.-, fue sometido a principios de los años 70 a pruebas de laboratorio para certificar sus pretendidas facultades, reconocidas como auténticas por los físicos Harold Puthoff y Russell Targ, del Stanford Research Institute(California). Ingo Swann, experimentando con la“visión remota”, logró “viajar” a Júpiter y a Mercurio, facilitando detalles sobre las características de ambos planetas (condiciones atmosféricas, paisajes, colores...) que tiempo después ¡fueron confirmados por las sondas Pioneer 10 y Mariner 10! ¿Acaso sintonizó la mente de Ingo Swann con la “esfera implicada” de la que habla Böhm para obtener información extrasensorial?.
- En 1969 el neurocirujano Karl Pribam -fundador delCentro de Investigaciones del Cerebrode la Universidad de Radford (Virginia, EE.UU.)- aplicó la sugerente idea del holograma a los procesos cerebrales, señalando que la memoria no está localizada en un punto concreto sino repartida por todo el cerebro. La teoría de Karl Pribam, junto a la de David Böhm, forman lo que se ha bautizado como el “Paradigma Holográfico”. De esa unión nació un revolucionario y trascendental axioma: “El cerebro es un holograma que interpreta un universo holográfico”, que propone que nuestro cerebro (la parte) tiene acceso a toda la información existente en el universo (el todo), lo cual podría ser la mejor explicación para fenómenos paranormales como el de la “visión remota” (también llamada “clarividencia viajera” o “experiencia extracorpórea”). “Cada punto de nuestro cerebro está conectado con todos los demás puntos del universo”, sostienen los físicos cuánticos
- Un caso clásico recogido en los anales de la Parapsicología y que ilustra el binomio conciencia/materia es el que se conoce como el del“fantasma Philip”. En 1972, ocho miembros del grupo canadiense New Horizons Research Foundation, coordinados por el doctor Owen, acordaron realizar un experimento inédito: inventar un “fantasma” al que bautizaron con el nombre de Philip, atribuyéndole ciertos rasgos físicos, situándole en la Inglaterra del siglo XVII y “fabricándole”, asimismo, una historia trágica amorosa “vivida” por Philip antes de “desencarnar”. Con todos esos datos imaginarios, el grupo comenzó a realizar sesiones para invocar el “espíritu” de Philip. En torno a una mesa, y con las manos entrelazadas, creados el ambiente propicio para lograr el “contacto”.Pero tras un año de infructuosos intentos, y cuando ya estaban a punto de abandonar, los miembros del grupo consiguieron por fin la primera “manifestación” de Philip: ¡la mesa crujió inesperadamente y comenzó a golpear el suelo! Los atónitos participantes establecieron entonces un sencillo código de comunicación: un golpe para el “sí” y dos para el “no”. El contacto tiptológico alcanzó tal intensidad que la mesa se deslizaba, se elevaba del suelo sobre dos patas, subía y bajaba escaleras, giraba hasta ponerse patas arriba... Algunas de las sesiones fueron grabadas por cámaras de televisión, atrayendo la atención de curiosos e investigadores. Por si fuera poco, otros fenómenos de etiología psicocinética solían acompañar las reuniones “espiritistas”.
- las tesis de Karl Pribam y David Böhm podrían ser la fórmula más adecuada para dar respuesta a la compleja naturaleza de los fenómenos paranormales. El mismo Eugene Dolgoff, refiriéndose al modelo holográfico, señala que “nada necesita ir de aquí para allí porque en esa esfera no existe ningún allí”. Así, la telepatía, la psicocinesis o cualquier otro suceso paranormal tendrían su base en ese nivel subyacente en el que todo está interconectado. Este nuevo enfoque traería consigo una profunda transformación en la investigación parapsicológica, hasta tal punto de que ya podríamos hablar de una “Parapsicología Cuántica”, el “eslabón perdido” entre la Física y la Metafísica. “Lo curioso es que se puede hablar de una revolución parapsicológica que se está preparando no en los laboratorios de parapsicología o de psicología, sino en los de los físicos”, precisa el filósofo Vintila HoriaMuchos parapsicólogos han defendido la idea de que los fenómenos paranormales son producidos por un tipo de energía de naturaleza electromagnética emitida por la mente humana o bioenergía, bautizada con el nombre de “telergia” (tele=lejos; ergo=acción) por F.W.H. Myers (1843-1901). Pero todos los intentos de constatar la existencia de la telergia han sido en vano, como los llevados a cabo hace 30 años por el parapsicólogo Eugene Dolgoff, quien reconoció que no existe transferencia de energía psíquica. Se suma a esta conclusión el parapsicólogo Stanley Krippner: “La extraña capacidad de la percepción extrasensorial y de la psicocinesis para trascender los límites ordinarios del tiempo y del espacio crea problemas a quienes defienden modelos explicatorios basados en la energía”. Y es cierto. Sabemos de sobra que la energía disminuye en función de la distancia (lo que no ocurre con la telepatía, por ejemplo). Además, se han realizado pruebas parapsicológicas aislando las ondas electromagnéticas mediante la “cámara de Faraday”sin que los resultados fuesen negativos.
- A la Parapsicología científica todavía le queda mucho camino por recorrer y obstáculos por superar. La metodología y las condiciones de experimentación no siempre son las adecuadas y los resultados positivos difícilmente pueden ser repetidos o verificados en laboratorio, debido a la espontaneidad de los fenómenos y al estado psicoemocional del sujeto en el momento de la experimentación. Por si esto fuera poco, apenas se cuenta con apoyo financiero por parte de instituciones oficiales. Y otro gran problema -que urge erradicar- es esa legión de desaprensivos, pseudo parapsicólogos y timadores psíquicos a los que sólo les mueve el afán de lucro y de protagonismo
- Uno de los rasgos más curiosos de las revistas que se dedican a lo paranormal es, sin duda, su clara ambivalencia hacia la ciencia oficial y, por tanto, hacia los científicos. Por un lado, no pierden la ocasión de denostar la poca amplitud de miras de éstos, su miedo al qué dirán, o su pertinaz resistencia a aceptar la existencia de fenómenos paranormales, extraterrestres y conspiraciones de todo tipo, por no hablar de su colaboración con militares, ocultación de la verdad, etcétera. Pero, por otro, resulta notoria la reverencia que profesan hacia los científicos, universidades, y títulos en general. Siempre, claro está, que avalen -o mediante un complejo ejercicio de tergiversación pueda interpretarse que lo hacen- sus investigaciones.
- Es muy frecuente que, en artículos que relatan prodigiosas investigaciones, veamos cómo los análisis fueron realizados por eminentes científicos -desgraciadamente, es muy raro ver un nombre- en unaprestigiosa universidad -¿cuál?- o sorprendentes afirmaciones se respalden en haber sido realizadas porhombres de ciencia. No deja de tener gracia que, tras acusar a los científicos de aceptar el principio de autoridad, las estrellas de lo paranormal caigan precisamente en ese mismo error, avalando un testimonio o investigación si tiene detrás a un piloto -sobre todo, si es militar; por otro lado, conspiradores en la sombra por excelencia-, un físico, un médico, un ingeniero, etcétera.
- El artículo “La parapsicología cuántica: nace una nueva disciplina”es, sin duda, un claro ejemplo de estedoblepensar acerca de la ciencia. Según el autor, Moisés Garrido, un gran número de científicos, a los que no preocupa el qué dirán, busca una unión entre los recientes descubrimientos de la ciencia, sobre todo la física, y la naturaleza de los fenómenos paranormales
- El Laboratorio de los Sueños del Centro Médico Maimónides (Brooklyn, N.Y.) crea la “División de Parapsicología y Psicofísica” para estudiar los fenómenos ESP durante el sueño. Las exhaustivas investigaciones llevadas a cabo por los doctores Stanley Krippner y Montague Ullman sobre “telepatía onírica” fueron apoyadas y alabadas por la comunidad científica.Se crea la “Sociedad Española de Parapsicología”, primera entidad oficialmente dedicada al estudio de los fenómenos paranormales en nuestro pais. Su presidente, Ramos Perera, dirige un seminario sobre los fenómenos PSI en el Departamento de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de Madrid. Poco tiempo después, la SEDP imparte diversos cursos sobre Parapsicología Científica en la Universidad Complutense. Javier Akerman Alonso-Rebollo se hace su corresponsal en Galicia een 1978.
La UNESCO acoge los conceptos parapsicológicos en su Nomenclatura Internacional para los campos de Ciencia y Tecnología tras llegarse a un acuerdo mundial sobre los términos académicos de la Parapsicología.
Tiene lugar en Barcelona el I Congreso Nacional de Parapsicología. Participan los más destacados investigadores del pais como Germán de Argumosa, Francisco de Asís Rovatti, Julio Roca Muntañola, José Mª Casas-Huguet, Linares de Mula, etc. El tratamiento serio y riguroso de los fenómenos paranormales contribuyó a que muchos médicos y científicos se interesasen a partir de entonces por estas temáticas. De algún modo, el evento significó la entrada oficial de la Parapsicología en nuestro pais. - El profesor de Psicología Hans Bender dirige el Instituto de Parapsicología en la Universidad de Friburgo (Alemania), donde se realizan importantes aportaciones sobre la ESP y PK.
El Dr. Raymond A. Moody publica su célebre best seller “Vida después de la Vida” popularizando las llamadas “Experiencias Cercanas a la Muerte”, estudiadas con anterioridad por el parapsicólogo Karlis Osis y posteriormente por los doctores Kenneth Ring y Elizabeth Kübler-Ross.
John Taylor, profesor de matemáticas en el King´s College de Londres, publica “Superminds” (Supermentes), una obra en la que recoge sus investigaciones sobre las facultades psicocinéticas detectadas en niños, muchos de los cuáles las habían adquirido viendo las actuaciones televisivas del psíquico Uri Geller.
Ron Robertson, oficial de seguridad de la Comisión de Energía Atómica, asegura que el gobierno norteamericano está financiando entre treinta y cuarenta proyectos secretos de investigación sobre las facultades PSI. - El Comité de Ciencia y Tecnología del Congreso de EEUU solicita una rigurosa valoración sobre la investigación de los fenómenos parapsicológicos, para estudiar la posibilidad de invertir en la misma con objeto de utilizarse en aplicaciones militares.
Se publica “Una nueva ciencia de la vida”, obra en la que el bioquímico inglés Rupert Sheldrake expone su revolucionaria hipótesis de la “causación formativa”, sugiriendo la posibilidad de que la memoria sea inherente a la naturaleza. Según Sheldrake, existe una especie de memoria colectiva, a la que ha dado en llamar “campos morfogenéticos”, que actúa más allá del espacio y del tiempo, determinando los hábitos, formas y conductas de los seres vivos, y transmitiendo además a cada organismo el conocimiento acumulado por su especie. Según el propio Sheldrake, a través de esta hipótesis, que rompe el modelo mecanicista y guarda aparente semejanza con la idea del Inconsciente Colectivo de Jung, podrían explicarse fenómenos parapsicológicos como la telepatía, la clarividencia o la retrocognición. - El neurólogo Michael Persinger, de la Universidad Laurentian de Ontario, comienza a examinar casos espontáneos de fenomenología paranormal. Según los resultados de sus investigaciones, cuando disminuye la actividad geomagnética terrestre se incrementa el número de experiencias PSI. Al parecer, la excitación del lóbulo temporal del cerebro se ve afectada por la actividad geomagnética de la Tierra, lo que en ocasiones puede propiciar la manifestación de fenómenos de naturaleza ESP y PK.
El mayor retirado Ed Dames, ex-oficial del Pentágono, funda la compañía privada “Psi Tech” integrada por miembros de las fuerzas armadas y dedicada a ofrecer los servicios de “visión remota” a cualquier persona que pueda pagarlos. Los directivos de “Psi Tech” aseguran que durante la Guerra del Golfo una alta autoridad gubernamental les pidió que intentaran obtener información por vía psíquica sobre el estado mental de Sadam Hussein y sobre los planes estratégicos iraquíes. - El parapsicólogo William Roll y el neurólogo Michael Persinger difunden los resultados de sus investigaciones tras analizar más de un centenar de casos de “poltergeist” (o PKER, “Psicokinesis Espontánea Recurrente”). Concluyen que tales fenómenos pueden deberse a la energía electromagnética ambiental alterada por la del propio sujeto y dirigida inconscientemente hacia determinados objetos. Los estudios neurológicos y psicológicos demostraron además que los sujetos que producen este tipo de fenómenos suelen padecer crisis epilépticas y problemas psicosociales.
1999
La Universidad de Princenton (EEUU) y la Universidad de Sao Paulo (Brasil) establecen un protocolo de investigación que incluye un proyecto que analizará las evidencias obtenidas a través de las técnicas de Transcomunicación Instrumental. Ambos centros universitarios han suscrito un convenio con el GAIT (“Global Association for Instrumental Transcommunication”), agrupación que acoge a los principales especialistas mundiales en TCI. Uno de sus miembros, el parapsicólogo español Alfonso Galeano ha sido invitado para presentar los resultados de sus fructíferas investigaciones. - Los biólogos norteamericanos Alan H. Frey y E. Coren, del Centro de Investigación de Biología Molecular de Pennsylvania, descubren que la retina del ojo humano realiza, además de la visión, otras funciones en las que también está implicada la glándula pineal. Al parecer, la retina no sólo es capaz de sensibilizarse con la energía lumínica (fotosensibilidad), sino también con los campos magnéticos (magnetosensibilidad). Según ambos doctores, este hallazgo podría explicar la visión del aura y las facultades clarividentes de ciertas personas.
Los descubrimientos actuales de los mayores alcances logrados por
la conciencia humana recuerdan el pronunciamiento de Einstein a mitad
del siglo pasado. «Un ser humano», dijo, «es parte de un todo que llamamos
universo, una parte limitada en tiempo y espacio. Él ser humano
piensa que sus pensamientos y sus sentimientos están separados del
resto, en una especie de espejismo de su conciencia. Este espejismo es
un tipo de prisión para nosotros, que restringe nuestras decisiones personales
y nuestros afectos hacia las personas que nos son más
cercanas». Mientras que desde un punto de vista conservador, la
comunicación y la interacción humana se limitan a nuestros canales
sensoriales (todo lo que llega a la mente, se dice, debe pasar antes por
el ojo o el oído), los psicólogos destacados, los psiquiatras y los
investigadores de la conciencia redescubren lo que Einstein ya había
percibido y lo que las antiguas civilizaciones habían sabido siempre:
que nosotros estamos unidos también por conexiones más
imperceptibles y que nos rodean. En la literatura científica actual, estas
interconexiones se denominan trans-personales.
Las culturas tradicionales no veían las conexiones transpersonales
con personas distantes, tribus, o culturas como una ilusión, pero las
sociedades modernas sí lo hacen. La mente moderna no está preparada
para aceptar como real nada que no sea «manifiesto», que no esté, literalmente,
«a mano». Consecuentemente las conexiones
transpersonales se ven como algo paranormal y sólo se admiten bajo
condiciones excepcionales. Una de esas excepciones es el «dolor de los
gemelos», la sensación de uno de los gemelos de que su hermano
idéntico está sufriendo algún trauma o dolor. Este fenómeno está muy
bien documentado. Guy Playfair, que escribió el libro Twin Telepathy
(Telepatía en los gemelos), mencionaba que aproximadamente el 30%
de los gemelos experimenta la interconexión telepática. Cita un
programa de televisión en 1997 donde el equipo de producción ponía a
prueba a cuatro pares de gemelos idénticos. Las ondas cerebrales, la
presión sanguínea y la carga eléctrica en la piel de los cuatro pares de
gemelos estaban rigurosamente monitorizadas. A uno de los gemelos de
cada par se le conectaba, por sorpresa, una alarma estridente en el
respaldo de la silla donde estuviese sentado. En tres de las cuatro
parejas, el otro gemelo registraba el shock, aunque estuviese encerrado
a gran distancia o en una habitación insonorizada.
Las parejas que tuvieron éxito en el experimento fueron al programa
en directo y mostraron de nuevo su transmisión de información
telepática, aunque el gemelo receptor no podía dar una explicación de lo
que le ocurría a su pareja. El supervisor técnico del programa concluyó
que los gemelos «ciertamente captaron algo desde alguna parte».
Los gemelos idénticos son sólo la punta del iceberg de las parejas que
tienen fuertes vínculos. Se han observado algunas formas de telepatía
entre personas que comparten un fuerte lazo afectivo, como madres e
hijos, amantes, matrimonios de muchos años, e incluso amigos íntimos.
En estos casos, todos, a excepción de los psicólogos más conservadores,
se ven forzados a reconocer la existencia de algunos contactos
transpersonales. Pero sólo los psicólogos excepcionalmente tolerantes
admiten que el contacto transpersonal incluye la capacidad para
transmitir pensamientos e imágenes y que muchas o todas las personas
tienen esta capacidad. Sin embargo éste es el descubrimiento tras
recientes experimentos. Los poderes telepáticos de la gente —su
capacidad de llevar a cabo varias formas de transferencia de imagen y
pensamiento— no son simplemente una ilusión o una mala
interpretación de los resultados. Se ha desarrollado un espectro
completo de los protocolos experimentales, abarcando desde el
procedimiento de reducción de sonido, conocido como técnica Ganzfeld
hasta el método riguroso de «influencia mental a distancia en sistemas
vivos» (IMDSV). Se han tenido en cuenta las explicaciones en términos
de claves sensoriales ocultas, influencia sobre las máquinas, engaños y
errores e incompetencias de los que realizan los experimentos, pero se
comprobó que eran incapaces de explicar algunos resultados
significativos estadísticamente. Parece que todo el mundo posee
habilidades «paranormales».
Las personas no sólo pueden comunicarse con otras personas a través
de la mente, sino que también pueden interactuar con el cuerpo de
otros. Una evidencia fiable está haciendo que sea posible que la mente
consciente de una persona pueda producir un efecto mensurable y
repetible en el cuerpo de otra persona. Estos efectos se conocen como
telesomáticos.
Las primeras formas de efectos telesomáticos eran conocidas por las
llamadas gentes primitivas: los antropólogos lo llaman «magia simpática
». Los chamanes médicos brujos, y los que practican ciertas magias
(vudú, por ejemplo) no actúan sobre la persona elegida, sino sobre una
efigie de esa persona, como una especie de muñeco. Esta práctica está
muy extendida entre la gente tradicional. Sir James Frazer, en su
famoso estudio LA rama dorada (The Golden Bough), afirmaba que los
chamanes americanos nativos dibujaban la figura de la persona en la
arena, ceniza o arcilla, y entonces lo pinchaban con un palo afilado o le
infringían cualquier otro daño. Se decía que ese daño se infringiría
entonces en la persona de la figura representada. Los observadores
encontraron que la persona en cuestión caía enferma, o quedaba en
estado letárgico, e incluso a veces moría.
Hoy en día hay variantes positivas de la magia simpática, cada vez
más ampliamente conocida y practicada. Una variante es la rama de la
medicina alternativa conocida como «cura espiritual». El curandero
actúa en el organismo de su paciente con medios «espirituales»; esto
es, enviando información o fuerzas sanadoras. El curandero y su
paciente pueden estar frente a frente o a kilómetros de distancia; la
distancia no parece alterar el resultado. La efectividad de esta clase de
curas parece misteriosa, pero está bien documentada. El médico estadounidense
Larry Dossey llama a la forma correspondiente de la
práctica médica como «Era III de la medicina no-local», sugiriendo que
ésta sucede a la Era I de la medicina bioquímica y a la Era II de la
medicina psicosomática.
Otra forma de magia simpática orientada positivamente es la curación
por una oración intercesora. La eficacia de la oración es bien conocida
por la gente de creencias religiosas y sus comunidades desde hace
cientos o incluso miles de años. Pero el crédito de su documentación en
experimentos controlados se debe al especialista en cardiología Randolph
Byrd, que realizó un estudio, asistido por ordenador, de diez meses de
duración, de los historiales médicos de pacientes de la unidad coronaria
del hospital general de San Francisco. Como publicó en el Southern
Medical Journal, en 1988, Byrd formó un grupo de experimentación
constituido por gente corriente, cuya única característica en común era
el hábito de
rezar en congregaciones católicas o protestantes. A las personas
seleccionadas se les pidió que rezaran por la recuperación de un grupo
de 192 pacientes. Como grupo de control se seleccionaron 210
pacientes por los que nadie rezaba. Nadie sabía a que grupo pertenecía
cada paciente, ni ellos mismos, ni las enfermeras, ni los médicos. A la
gente que tenía que rezar se le dieron los nombres de los pacientes y
alguna información sobre el estado de su corazón. Como cada persona
tenía que rezar por varios pacientes, al final cada paciente tenía entre
cinco y siete personas que rezaban por él. Los resultados fueron significativos.
El grupo por el que se rezaba tenía cinco veces menos
posibilidades de necesitar antibióticos (menos de tres veces en dieciséis
pacientes), tenía tres veces menos posibilidades de desarrollar edema
pulmonar (seis veces menos en dieciocho pacientes) y ninguno de los
pacientes por los que se rezaba necesitó incubación endotraqueal
(mientras que sí lo necesitaron doce pacientes del grupo de control).
Además, murieron menos pacientes del grupo que recibía oraciones que
del grupo de control (aunque este último resultado no era
estadísticamente representativo). No importaba lo cerca o lo lejos que
estuvieran los que rezaban por ellos, ni la manera de rezar. Sólo el
hecho de una plegaria concentrada y repetitiva constituía ya un factor,
sin tener en cuenta a quién iba dirigida la oración o dónde tuviera lugar.
La oración intercesora y la curación espiritual, junto con otros experimentos
y prácticas mentales basadas en las buenas intenciones, arrojan
una evidencia impresionante con respecto a la eficacia de la
transmisión telepática y telesomática de información y energía. Las
prácticas pertinentes producen efectos reales y mensurables en las
personas y cada vez están más difundidas. Pero la corriente dominante
de la ciencia no tiene explicación para ellas.
¿Podría ser que nuestra conciencia estuviera ligada con otras
conciencias a través de un campo akásico que las interconecta, como
las galaxias se vinculan en el cosmos, los cuantos en el micromundo,y
los organismos en el mundo de los vivos? ¿Y podría este ser el mismo
campo que hemos encontrado antes, manifestándose en el reino de la
mente, además de en los reinos de la naturaleza?
Cuando repasamos estos enigmas respecto a las conexiones y correlaciones,
llegamos a una conclusión sorprendente. Las redes de conexiones
que constituyen un cosmos evolutivo coherente, para el enmarañamiento
cuántico, para la conexión instantánea entre organismos y entornos y entre
las conciencias de distintos e incluso distantes seres humanos, tiene una
única explicación, que es la misma en todos los casos. No hay sólo materia
y energía en el universo, sino también un elemento más sutil pero no
menos real: información en forma de «información» activa y efectiva. Una
información de esta clase conecta todas las cosas en el espacio-tiempo (en
realidad, conecta todas las cosas a través del espacio y del tiempo). Como han
conjeturado varios de los científicos más vanguardistas, entre los que
están en primer lugar, Nicolás Tesla, después, David Bohm y, más
recientemente, Harold Puthoff, las interacciones en los dominios de la
naturaleza así como en los de la mente, están mediadas por un campo
fundamental de información en el corazón del universo.
TRAS LA PISTA DEL CAMPO DE INFORMACIÓN DE LA NATURALEZA
A principios del siglo XX, el genio Nicolás Tesla, por entonces poco
reconocido, pero cada vez más y más redescubierto, considerado el padre
de las modernas tecnologías de la comunicación, hablaba de un «medio
original» que rellenaba el espacio y lo comparaba con Akasha, el éter que
portaba la luz. En un artículo no publicado de 1907, «Man's greatest
achievement» (El logro más grande del hombre), escribió que este medio
original, una especie de campo de fuerza, se convertía en materia cuando
Prana, la energía cósmica, actuaba sobre él, y cuando esta acción cesaba,
la materia se desvanecía y volvía al Akasha. Como este medio llenaba todo
el espacio, cada cosa que ocurría en el espacio podía remitirse a él. La
curvatura del espacio, decía Tesla, que propuso por entonces Einstein, no
era la respuesta.
Sin embargo, al final de la primera década del siglo XX los físicos
adoptaron el matemáticamente elaborado espacio-tiempo curvado de
cuatro dimensiones de Einstein, con la excepción de unos pocos teóricos,
disidentes, rechazando cualquier consideración de un éter que llenara el
espacio, de cualquier medio o cualquier campo de fuerzas. Las consideraciónes
en día han revivido. Bohm, Puthoff y un grupo pequeño, pero creciente, de
de Tesla cayeron en el descrédito y, más tarde, en el olvido. Hoy
científicos están redescubriendo el papel de la información en la naturaleza,
y sitúan el campo de información de la naturaleza en el vacío cuántico, el
campo de energía virtual muy discutido, a la vez que aún no comprendido
del todo, que llena todo el espacio cósmico.