ELLA SIEMPRE FUE LA
ECUACIÓN PERFECTA
Una aventura donde se
mezcla la actualidad con los sueños íntimos de una famosa y joven
escritora. Una obra sobre espías sin espías, tramas negras sin
asesinos, inspectores de policía sin argumentos policíacos,
librerías oscuras llenas de estantes sobre literatura maldita,
parejas pasionales sin pasión alguna, familias virtuales, y mucha
trama informática sobre ese dragón de bytes que nos está devorando
día a día, convirtiendo a los seres humanos en máquinas, y el
futuro en una niebla elaborada por un conjunto de algoritmos que
sueñan con mundos distópicos, ajenos a cualquier utopía.
Es mi novela número 32,
mi última aventura en solitario, a búsqueda de la literatura sin
añadidos, sin tambores, ni parafernalias editoriales. Hace ya
treinta años, tras un altercado con el Rey Midas de los editores
españolas, decidí escribir sin la menor preocupación comercial,
una batalla quijotesca que me ha conseguido tres décadas de
felicidad, al margen de los circuitos literarios al uso.
Esta nueva obra pretende
ser un análisis del mundo de ahora mismo, del concepto humano en que
se ha transformado la sociedad, ajena por completo a que hayan
existido William Faulkner, Albert Camus, Hermann Hesse, Fiódor
Dostoyevski, León Tolstói, Franz Kafka, Giovanni Papini y tantos
otros autores, que buscaban la esencia de lo humano, mucho más allá
de los simples argumentos. Absurdos temas que solo pretenden competir
con las series de televisión, y distraer a los lectores con
anécdotas de corral de vecinos.
Escribir solo para
entretener es como dar el último paso hacia el abismo. Escribir para
reinterpretar la historia que no se ha vivido, y enjuiciar los hechos
con la mentalidad simplista de hoy en día, es como caminar por el
desierto con traje de gala. Habría que exigir a los autores que se
desgasten para volver a arañarnos el alma hasta que ésta sangre.